Una vorágine de emociones, así se podría resumir las dos primeras jornadas de esta temporada. El primer encuentro se vivía de una extraña, era algo nuevo. La primera vez en Primera Regional, dos horas y media de viaje antes del encuentro y además un equipo muy agresivo desde el minuto uno, todo predecía un partido complicado. Sin embargo, tras muchos minutos sin goles, Adri lograba atrapar un balón al borde del área y asentar una bolea para enmarcar el primer gol en la nueva categoría del FC Odisea. Tras este tanto los jugadores creían en un posible empate, se estaban proponiendo jugadas muy peligrosas que por momentos damnificaba al equipo local. 2-1, así acababa el primer resultado.
Todo eran caras largas en el autobús de vuelta. Sin embargo, la resiliencia es un carácter constante en el conjunto, firma inequívoca del equipo, ya está impregnado en su escudo y en sus letras. La historia, la breve historia, de este club no ha sido fácil. Los retos desmedidos a los que se ha enfrentado el equipo definen su valor, encaran los retos y no se achican. Tras la derrota tocaba no achicarse y volver a levantar la cabeza. El equipo supo dar sus frutos y conocer sus virtudes, explotarlas y dar una holgada victoria por dos a cero.
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